Rehabilitación de minipiso
Cuando mi amigo Julio cambió de piso le felicité: había dado un salto adelante y pagando el mismo dinero. En su piso anterior había pagado de más por vivir en una urbanización. La verdad es que el entorno estaba muy bien, tenía servicios comunes y un jardincito bastante apañado, pero, al final, vivía en un sótano sin apenas luz de sol.
Su nuevo piso es otra historia. No está en una urbanización ni tiene servicios comunes (ni siquiera tiene portero), pero, a cambio, es un cuarto con mucha luz y unas vistas preciosas del centro de Madrid. Así que todo le salió redondo… hasta que recibió la llamada de la representante de la propietaria diciendo que alguien iba a pasar a tomar medidas para reforma piso. ¿Cómo reformar el piso?, preguntó mi amigo, pero le dieron largas.
Así que unos días más tarde allí se presentó un chico para tomar medidas. Había cierta tensión hasta que mi amigo la decidió romper: ¿pero qué es eso de que hay que rehabilitar la casa? Entonces, llegó la explicación: tenían la obligación de adaptar la cocina a una nueva normativa de seguridad y aprovechaban entonces para cambiar otras cosas de la casa para renovarla.
Todo eso sonaba muy bien, pero qué iba a hacer Julio mientras la reforma piso. “tienes que buscarte la vida”, le vino a decir el de la inmobiliaria. Yo le aconsejé que mirase el contrato, que no pueden llegar a tu casa de alquiler y decirte que te vayas una temporada para reformar, pero es verdad que la reforma la iniciarían justo cuando termina el contrato que firmó, que era de un año. Él tenía pensado renovar, pero ahora se encuentra con esto.
Así que no sabe muy bien qué va a hacer. En la inmobiliaria le han asegurado que las obras durarán como máximo 3 semanas y que si él está interesado tendrá prioridad para quedarse con el piso. De momento, esperará para ver qué pasa con la reforma y después decidirá: eso sí, yo ya le he dicho que ni se le ocurra volver al sótano.