Cómo dejé de fumar
Aunque nunca he sido una fumadora de más de un paquete diario, sentí hace unos años que el tabaco me estaba perjudicando más de lo que beneficiaba. Porque sí, el tabaco también me ha traído beneficios, por eso fumamos los que fumamos… ¿no? Yo soy ex fumadora, pero no soy una talibán, se lo que cuesta dejarlo y sé lo que gusta fumar.
Fumar es también un acto social, que se comparte (sobre todo desde que entró en vigor la nueva ley). Te juntabas con los compis de la oficina a fumar en la puerta y, además de pasar frío, te reías un rato y te relajabas. Porque el tabaco también relaja, aunque sea puramente psicológico.
Pero puse todo en una balanza y el tabaco, inevitablemente, salió perdiendo. El momento decisivo fue cuando empecé a notar algunos dolores en el pecho y tuve que hacerme pruebas. Y para colmo durante aquella época había estado leyendo cosas sobre investigacion cancer de pulmon. Estaba taquicárdica y decidí que hasta ahí habíamos llegado.
Pero del dicho al hecho, sobre todo cuando se habla de fumar, hay un trecho. Los dos primeros meses siempre recaía. Lo peor, para mí, los amigos y los compañeros de trabajo. ¡Qué difícil es negarse a un cigarrillo mientras estás trabajando o mientras estás de fiesta! Y cuando recibí el resultado de las pruebas, me relajé y volví a fumar una semana.
Pero luego volví a acordarme de la investigacion cancer de pulmon. ¿Realmente quería seguir jugando con fuego? Así que a la segunda fue la vencida: es verdad que alguna vez volví a recaer, pero logré pasar el primer mes sin un solo cigarrillo y ya me di cuenta que podía hacerlo. Eso sí, tuve que dejar de salir de fiesta una temporada y en el trabajo no bajaba nunca a la calle, a no ser para irme a mi casa…
Y tengo que decir que no cogí peso como les pasa a otras personas: me apunté a un gimnasio y cuando estaba frenética por las ganas de fumar, me iba a sudar al gym. ¡A mí me funcionó!