Una mamoplastia es una intervención quirúrgica que tiene por objetivo mejorar o recomponer el busto: lo que siempre hemos llamado aumento de pecho. Pero ese es uno de los términos con los que me familiaricé cuando comencé a informarme sobre la cirugía estética.

No tengo pudor en admitir que siempre tuve un cierto trauma con el tamaño de mi pecho. Soy abogada, no soy famosa, ni mi aspecto físico es importante para mi trabajo, pero no me gustaba lo que veía cuando mi miraba al espejo y un día decidí, por consejo de una amiga, consultar en una clínica especializada en aumento de pecho en Vigo.

Me trataron de forma excelente en mi primera visita ya que iba con muchas dudas: el cirujano me explicó los pormenores de la operación, las opciones que tenía, así como la recuperación y los posibles riesgos. En ningún momento me sentí presionada, todo lo contrario: me dijo que era una decisión personal que había que madurar, ya que, según él, algunas mujeres se echan atrás en el último momento porque consideran que no es la solución a sus problemas.

Tras esta primera visita, esperé unos meses más para comprobar si realmente debía operarme o no. Al final, decidí que era lo que quería, sin presiones externas. Volví a la clínica especializada en aumento de pecho en Vigo y pedí presupuesto. Un factor importante a la hora de someterse a una operación de este tipo, además del coste, es el tamaño. Yo me decidí por una talla 90, aunque previamente hubo que estudiar mi caso, ya que cada pecho es diferente.

También pusieron muchos énfasis en todo lo relacionado con el posoperatorio: muchas mujeres que acuden a una clínica para aumentarse en el pecho no tienen en cuenta que se trata de una operación y que, tras ella, hay que guardar reposo, pudiendo surgir complicaciones.

En mi caso no tuve problemas, y en un par de semanas ya estaba completamente recuperada. ¿Y qué sentí después al mirarme al espejo? Seis meses después de la operación debo decir que estoy mucho mejor anímicamente, me siento más segura y guapa.