Cuando la contabilidad se convierte en clave estratégica

Cuando la contabilidad se convierte en clave estratégica

Para muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, la palabra «contabilidad» evoca imágenes de facturas apiladas, declaraciones trimestrales de IVA y un señor (o señora) muy serio que les recuerda cuánto tienen que pagar a Hacienda. Es vista, a menudo, como una obligación tediosa, un mal necesario para cumplir con la ley. Pero quedarse en esa visión es como tener un coche deportivo y usarlo solo para ir a comprar el pan. La contabilidad, cuando se entiende y se utiliza correctamente, es mucho más que eso: es una fuente de información valiosísima, una brújula que puede guiar las decisiones estratégicas y marcar la diferencia entre el éxito y el estancamiento. Y aquí es donde entra en juego la figura del economista empresarial, un profesional que sabe leer entre los números, interpretar los balances y convertir los datos contables en inteligencia de negocio. Contratar un economista empresarial en Asturias, una región con un tejido empresarial tan diverso, puede ser la clave para optimizar recursos, mejorar la rentabilidad y tomar decisiones con mayor fundamento y menor riesgo.

Las funciones de un economista van mucho más allá de llevar las cuentas al día, aunque eso también sea parte de su cometido o supervisión. Su verdadero valor añadido reside en el análisis y la interpretación. Un buen economista coge esos estados financieros que a muchos les parecen un jeroglífico (el balance de situación, la cuenta de pérdidas y ganancias, el estado de flujos de efectivo) y los traduce en información útil para la gestión. Identifica tendencias: ¿están creciendo las ventas pero disminuyendo los márgenes? ¿Se está alargando el periodo medio de cobro a clientes? ¿Qué productos o servicios son realmente rentables y cuáles están lastrando los resultados? Analiza la estructura de costes de la empresa, diferenciando entre fijos y variables, y busca activamente áreas donde se pueda optimizar el gasto sin afectar a la calidad o la operatividad. Por ejemplo, podría detectar que el coste energético se ha disparado y proponer medidas de eficiencia, o analizar si una determinada línea de producción está generando pérdidas y evaluar si conviene externalizarla o eliminarla.

Otra función esencial es la planificación y el control presupuestario. El economista ayuda a elaborar presupuestos realistas y detallados, no como un mero ejercicio de adivinación, sino como una hoja de ruta financiera para la empresa. Pero tan importante como hacer el presupuesto es realizar un seguimiento periódico, comparando los resultados reales con los presupuestados, analizando las desviaciones y proponiendo medidas correctoras si es necesario. Esto permite anticiparse a los problemas, tomar decisiones a tiempo y mantener el rumbo financiero de la empresa. Además, el economista desarrolla proyecciones financieras a medio y largo plazo, evaluando diferentes escenarios (optimista, pesimista, realista) para ayudar a la dirección a planificar estratégicamente y a evaluar la viabilidad de nuevos proyectos o inversiones. ¿Conviene abrir una nueva delegación? ¿Es el momento de comprar esa maquinaria? ¿Qué impacto tendrá en la tesorería? El economista utiliza herramientas como el análisis del Valor Actual Neto (VAN) o la Tasa Interna de Retorno (TIR) para responder a estas preguntas con datos objetivos.

Pongamos algunos ejemplos hipotéticos para ilustrar su impacto en el contexto asturiano. Imaginemos una empresa familiar del sector agroalimentario en Asturias que contrata a un economista. Este profesional podría analizar la rentabilidad de cada producto, identificar cuáles son los canales de distribución más eficientes, optimizar la gestión de inventarios para reducir costes de almacenamiento y ayudar a la empresa a negociar mejores condiciones con proveedores o a buscar líneas de financiación para modernizar sus instalaciones. O pensemos en una pequeña empresa tecnológica emergente en uno de los polos de innovación de Asturias; un economista empresarial en Asturias sería crucial para elaborar un plan de negocio sólido, realizar proyecciones financieras creíbles para atraer inversores, gestionar el flujo de caja en las fases iniciales y establecer indicadores clave de rendimiento (KPIs) para monitorizar el crecimiento. Incluso un negocio turístico en la costa o la montaña asturiana se beneficiaría enormemente de un análisis de rentabilidad por temporada, una optimización de precios o una planificación financiera para afrontar los meses de menor actividad.

En definitiva, el economista empresarial actúa como un asesor estratégico interno o externo, proporcionando una visión financiera global que complementa el conocimiento técnico o comercial del empresario. Ayuda a pasar de una gestión basada en la intuición a una gestión basada en datos, lo que reduce la incertidumbre y aumenta las probabilidades de éxito. Su papel es especialmente valioso para las pymes asturianas, que a menudo no disponen de un departamento financiero propio pero necesitan igualmente una gestión económica rigurosa y orientada a resultados para competir y crecer en el mercado actual.

La incorporación de un economista a la gestión empresarial permite transformar la información contable y financiera en una herramienta estratégica activa, facilitando una toma de decisiones más informada, una asignación de recursos más eficiente y, en última instancia, una mejora sostenible de la rentabilidad y la solidez del negocio.

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