La técnica
Si vas a dedicarte al cine, debes dominar la técnica. ¡Cuántas veces habré escuchado eso en los últimos años! Y no les falta razón, claro. Desde siempre me ha gustado todo lo relacionado con el cine. Crecí pegado a la tele: pero yo no disfrutaba con el deporte o los concursos, quería ver películas. Pronto empecé a poner todo mi empeño en dedicarme a ello profesionalmente, pero entonces comencé a darme cuenta de que una cosa es la vocación y otra el oficio.
Me gusta el cine, pero soy un poco perezoso. Cuando escucho a toda esa gente vinculada a diferentes disciplinas artísticas que solo piensan en la cámara o en la guitarra o en el pincel a mí me entran ganas de bostezar. Porque la vida no es solo trabajar, ¿no? De cualquier manera, comencé a estudiar cine confiando en que, poco a poco, limase mis taras como estudiante. Y en algún caso así fue, pero también comprendí que iba a necesitar desarrollar la técnica, reconciliarme con los ordenadores de los que nunca fui muy amigo.
Tal vez antes no necesitases ni encender un ordenador para rodar una película, pero ahora debes controlar muchos programas informáticos si quieres aprender el oficio. Es lo que hay. Así es como me apunté al Master en Postproducción en Madrid. Fue una decisión radical. Me cansé de marear la perdiz y traté de salir de mi zona de confort. Si no quieres técnica, toma tres tazas. Porque en este máster las cosas van en serio. Me di cuenta nada más comenzar y comprobar que era el más rezagado de todos. Pero viéndolo por el lado positivo también el que más iba a aprender, porque algunos de mis compañeros parecía que ya habían hecho el master un par de veces de lo que dominaban las cosas.
Cuando termine el Máster en Postproducción en Madrid podré combinar este conocimiento técnico con mis habilidades creativas que, para eso, por lo menos no necesito un master. Y así creo que podré considerarme un profesional. Lo único que faltará es que lo consideren otros y me ofrezcan una oportunidad.